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Stuttgart 3-3 Napoli: La UEFA napolitana de Maradona

Único título internacional del Pelusa a nivel de clubes y único entorchado continental oficial de los Partenopei

La Copa de la UEFA es el único título internacional conquistado por Diego Maradona a nivel de clubes. También es el único entorchado continental oficial del Napoli hasta la fecha. El VfB Stuttgart de Jürgen Klinsmann resultó la víctima de una gran final, correspondiente al curso 1988/89. La escuadra liderada por Maradona venció 2-1 en San Paolo y después impartió un ejercicio de control en el Neckarstadion pese al 3-3 final. El Napoli llegó a ponerse 1-3 en Alemania, dejando todo sentenciado, aunque la posterior reacción del Stuttgart  premió el esfuerzo de Los SuabosAlemão inauguró el marcador, Klinsmann empató y Ciro Ferrara y Careca aseguraron el título tras varios regalos del Maradona asistente. En la recta final, Maurizio Gaudino y Olaf Schmäler establecieron las tablas (5-4 en el global para los Partenopei). Maradona, como capitán, alzó la UEFA para todo Napoli. El pueblo que siempre venerará a su San Genaro balompédico. 

 

Hubo un Napoli antes de Maradona y otro con el Pelusa. El de antes ganó dos Copas de Italia (1962 y 1976), mientras que el de Diego sumó una Copa de la UEFA, además de dos Ligas, una Copa y una Supercopa italianas durante los siete años mágicos del argentino (1984-1991). Ningún título se resistió en Italia y Europa también conoció el embrujo del equipo pobre que desafió al poder. En la UEFA de la 1988/89, antes del Stuttgart, cayeron torres tan altas como la Juventus y el Bayern. La remontada a la Juve en los cuartos (3-0 tras el 2-0 del Olímpico de Turín) y el pase a la final ante el Bayern (2-0 en San Paolo y 1-1 en el Olympiastadion) bajo el 'Live is Life' de Opus del mítico calentamiento de Maradona en Múnich. Puede decirse aquello de que al Napoli no lo armaron los dirigentes, sino Maradona. El crack recogió en su biografía 'Yo soy El Diego' ejemplos de su ambición ante el presidente Corrado Ferlaino: "Compre a tres o cuatro jugadores y venda a los que la gente silba. Si no piense en venderme porque así no me quedo. A Renica, de la Sampdoria, que lo ponen de tres y es un líbero de puta madre". Se fichó a Renica, Careca, Carnevale, Alemão, Fusi, Francini... Equipazo a imagen y semejanza del mejor.

 

 

 

El VfB Stuttgart empezó a hacerse notar a principios de los setenta. Se clasificó por primera vez para la UEFA en 1973 y llegó a las semifinales del torneo de 1974. Dicho crecimiento se intensificó a lo largo de la siguiente década. Logró la Bundesliga en 1984 y cayó 5-2 en la final de la Copa frente al Bayern en 1986. Los años de bonanza siguieron con Ari Haan –tricampeón de la Copa de Europa con el Ajax–, entrenador que llevó a los rojos a su primera final continental (superó a la Real Sociedad en los cuartos por penalties). Haan, por su parte, contaba con elementos de primer orden. Jürgen Klinsmann y Guido Buchwald, campeones del mundo con Alemania Federal ante la Argentina de Maradona en 1990. Klinsmann, por cierto, se perdió la ida de la final y Buchwald, la vuelta. Bajas sensibles y, aún así, seguían habiendo grandes nombres: Schäfer, Algöwer, Katanec, Sigurvinsson, Walter, Immel, Gaudino... El mérito del presidente Gerhard Mayer-Volfeder residió en mantener al bloque, desoyendo ofertas millonarias por sus estrellas. Pese a ello, poco se pudo hacer para retener por más tiempo a un Klinsmann de 24 años en imparable progresión, ya comprometido con el Inter. O Katanec. El elegante futbolista balcánico jugó esta campaña con Los Suabos y después se incorporó a la mejor Sampdoria de la historia. 

 

Un alemán de origen napolitano tuvo que ser. Maurizio Gaudino, nacido en Brühl e hijo de inmigrandes de la Campania, puso en jaque al Vesubio con su gol en la ida. Gaudino adelantó al Stuttgart de tiro lejano, aprovechando un error del portero Giuliano, y complicó la UEFA a los de Ottavio Bianchi (el entrenador superviviente a una rebelión de parte del vestuario en la pasada campaña). El Napoli no reaccionó al gol alemán hasta bien entrada la segunda parte. Entonces apareció el líder y la balanza se decantó. Maradona transformó un discutido penalti provocado por él mismo y sirvió a Careca el gol de la victoria a dos minutos del finalEl de Villa Fiorito, teniendo en cuenta ambos choques, contabilizó un gol de penalti y tres asistencias. O dicho de otro modo: participó en cuatro de los cinco goles napolitanos al VfB. Decidiendo finales, títulos. Esa era la ventaja de contar con semejante mesías en su apogeo, crecido por como ganó la Copa del Mundo de 1986 con Argentina. Bastaban un par de genialidades para acabar ganando partidos y, además, se engrandecía en los escenarios hostiles. Como buen líder enseñó a sus compañeros el dominio de la presión. A lidiar con el cuchillo entre los dientes en calderas como la del Neckarstadion de Stuttgart. Allí, donde las piernas flaquean, el equipo azzurro jugó mejor que en la ida bajo el arbitraje de Sánchez Arminio. 

 

 

El 2-1 era susceptible de ser volteado, por lo que el Stuttgart creyó firmemente en sus posibilidades de ganar su primer título europeo. Hacer historia estaba al alcance y salió, como no podía ser de otra forma, al ataque. El islandés Sigurvinsson, zurdo de buen golpeo, lanzó pases largos y Klinsmann voló, como en la ocasión en la que se cruzó toda la banda derecha teniendo que ser derribado por Francini cerca del área de penalti. Un peligro el delantero germano, pero pronto Ferrara y Renica cerraron filas y el Napoli esperó la oportunidad de atestar la primera estocada en el minuto 18. Alemão subió al ataque, combinó con Careca y batió con suspense a Immel. Mazazo para un Stuttgart que, sin embargo, reaccionó rápido. Sigurvinsson botó un córner al segundo palo y Klinsmann dejó su gol en la final rematando de cabeza en el minuto 25. Cinco minutos después, la medular del Napoli perdió a Alemão por lesión. La cara del gol y la cruz de tener que abandonar la final tan poco tiempo después. Carannante le remplazó y las cuatro patas de la mesa continuaron firmes. De Napoli, Fusi y Carannante se cargaron de kilómetros. Escuderos de lujo para Maradona, el cual encontró el hábitat ideal para jugar libre de ataduras y explotar su sentido creativo.  

 

Sigurvinsson, Katanec y Algöwer empujaban, pero Maradona se llevó a todos por delante con su clarividencia para ver lo que los demás no ven. El Diez decantó la final fabricando los dos goles de la sentencia, el 1-2 en el minuto 39 y el 1-3 en el minuto 61. En el segundo botó un córner desde la derecha, un defensa lo rechazó y el rebote le llegó a Diego a más de media altura; entonces se inventó un potente pase de cabeza al primer palo y Ferrara, con la caña preparada, marcó. Por su parte, en el tercero, recibió de Ferrara al espacio y avanzó hacia el área germana; regateó a Hartmann y se la pasó a Careca, que llegando desde atrás, marcó el gol de la tranquilidad. Maradona conectó con Careca y también con el talentoso Andrea Carnevale. La MA-GI-CA, como se llamó al tridente formado por el argentino, el brasileño y el italiano. Careca fue el máximo goleador de los de Bianchi en esta UEFA. Marcó 6 goles, seguido por Maradona y Carnevale, con 3 tantos cada uno. Carnevale no mojó ante el Stuttgart, pero sus regates ayudaron a romper a una defensa que sin Buchwald (el implacable marcador de Maradona) estuvo llena de agujeros.

 

 

El cuadro teutón con 1-3 estaba KO. Pero rendirse era innegociable. Luchando hasta el final es como, al menos, evitó la derrota contribuyendo. Gaudino de nuevo el alemán de origen napolitano redujo diferencias poco después del tercero de Careca. Gaudino chutó desde fuera del área y su disparo lo desvió De Napoli, despistando a Giuliano. El Napoli jugó entonces con la entereza del campeón, cualidad adquirida compitiendo con el Milan de Van Basten, la Juventus de Platini y el Inter de Matthäus. Pese a que el Stuttgart tuvo más el balón, el Napoli, con 2-3, lo retuvo todo lo posible mediante posesiones largas dirigidas por Maradona cada vez que recuperaba el esférico. Las ganas de que corriese el cronómetro para saborear las mieles de Europa. Bianchi retiró a Careca y sacó a Bigliardi para poblar la defensa. El Stuttgart, entre tanto, lo intentó hasta el final sin aparente peligro. Algöwer, genial llegador reconvertido a líbero, fue el que más lo intentó con disparos lejanos. Otra derrota era demasiado castigo para Los Suabos y Olaf Schmäler empató en el último minuto. Olaf, que entró por Walter en el segundo tiempo, aprovechó un pase atrás erróneo de De Napoli para dejar el encuentro en un espectacular 3-3. El Napoli y Maradona ya tenían su título internacional: "Italia nos quedaba chica, por eso apuntamos a Europa. Ferlaino me prometió que, si conseguíamos ese título, me iba a vender al Marsella. No cumplió". El principio del fin de una hermosa historia. 

 

 

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