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Eterno Wilfred Agbonavbare

Wilfred Agbonavbare es santo y seña de Vallecas. Ídolo por todo lo que hizo por el Rayo Vallecano y, ante todo, por sus extraordinarios valores como ser humano. También fue mundialista y campeón de la Copa de África con el combinado nacional de Nigeria. La vida, una vez retirado, le trató de forma muy injusta. El ex portero nigeriano falleció el 27 de enero de 2015 con 48 años a causa de un cáncer óseo. Se marchó demasiado pronto, aunque su generosidad, humildad y lucha contra el racismo formarán parte siempre de Vallecas. Eterno Willy. DEP.

 

"Iba al colegio y ya era internacional" dijo en una ocasión Wilfred. El portero nacido en Lagos debutó en Primera División con apenas 16 años. Ganó Ligas con el New Nigeria Bank y el Abiola Babes y probó con el Brentford, de la Segunda inglesa. Los rojiblancos le rechazaron y volvió a Nigeria para conquistar otro campeonato con el BBC Lions. Insistió en el deseo de desarrollar su carrera en Europa y convenció a Felines para ingresar en el Rayo Vallecano en la 1990/91: "Se ejercitó con nosotros los primeros días y di el visto bueno. Su primera sesión fue en el campo del Pozo del Tío Raimundo y tenía una superficie durísima. Y no sé las veces que se tiró, tuvo que terminar hecho polvo". Wilfred, de gran envergadura (1,89 m. y 80 kg.), era un portero felino de reflejos y agilidad. Capaz de realizar las palomitas más espectaculares. Repleto de carisma, lo que le convirtió rápidamente en ídolo. El Estadio de Vallecas coreaba 'Willy, Willy, Willy...' en cada encuentro.  

 

Azote de los grandes

 

Fueron casi 200 partidos, dos ascensos a Primera División, dos permanencias en la máxima categoría y un descenso a Segunda durante seis temporadas, tres de ellas en Primera. Los vuelos de El Gato de Vallecas mantuvieron a flote a La Franja en no pocas ocasiones dejando, además, actuaciones para el recuerdo ante los grandes. Como los derbis madrileños de la 1992/93 en los que Wilfred estuvo soberbio: los triunfos ante el Atlético (2-0) y Real Madrid (2-0) en Vallecas y el empate en el Bernabéu (1-1)Sobre todo, el partido de Chamartín. El portero nigeriano lo paró todo, hasta un penalti a Míchel, y el Rayo de José Antonio Camacho arañó un valioso punto. Las cámaras captaron como el portero franjirrojo sufrió fuertes insultos racistas, incluso de niños que imitaban las malas formas de los Ultra Sur. Los grupos fascistas entonces normalizados dentro de los estadios campaban a sus anchas y descargaban su odio con total impunidad. Willy, por su parte, aguantó estoico aquella sarta de atrocidades intolerable. Ejemplo de lucha contra el racismo.

 

Wilfred se adueñó de la meta durante casi todo su estancia en el combinado rayista y eso que nunca le faltó competencia. Desbancó a Ángel Férez a su llegada y relegó al banquillo a Toni Jiménez, titular en la España del Oro Olímpico de Barcelona 1992. Solo Abel Resino, leyenda del Atlético, le relegó al banquillo en la segunda vuelta de la 1995/96, la última campaña del nigeriano en Vallecas. Willy acabó su carrera en el Écija en la 1996/97, disputando la segunda y última temporada de los Azulinos en la categoría de plata. Entre medias, en 1994 ganó la Copa de África con Nigeria y fue convocado para el Mundial de Estados Unidos, aunque siempre como suplente de Peter Rufai. "Ojalá consiga la titularidad con Nigeria para que el Rayo Vallecano sacara mucho dinero por mí y me fuera a un gran club de España o de Europa" declaró Wilfred antes de la Copa del Mundo de 1994. El Príncipe Rufai, sin embargo, disputó los cuatro partidos de las Águilas Verdes en Estdos Unidos, los de la fase de grupos ante Bulgaria, Argentina y Grecia y el de los octavos contra Italia. 

 

Maldita vida

 

El arquero nigeriano fue una de las mejores personas que han pasado por el fútbol. En su rostro, debajo del bigote, siempre asomaba una sonrisa. Noble de espíritu y dispuesto a ayudar aunque no dispusiera de los medios necesarios. Nadie mejor para conocerle que el eterno capitán del Rayo y mejor amigo de Wilfred en Madrid. Jesús Diego Cota: "Nos pasábamos el día juntos. Es de lo mejor que he conocido en mi vida. Era un hombre con un corazón enorme, muy humilde, noble y lleno de bondad. Se adaptó muy bien, incluso dejaba a sus hijos con los vecinos. En los entrenamientos siempre estaba con los jóvenes, tratando de ayudarles"

 

Lo tenía todo y lo perdió todo cuando colgó los guantes. Primero falleció su esposa de cáncer de mama. Encajó el gol más duro que la vida podía marcarle. Tocaba levantarse y seguir luchando. Por sus tres hijos. Se quedó solo en Madrid pasando apuros económicos, ya que gastó casi todos sus ahorros tratando de curar a su mujer. Tiró hacia delante mediante trabajos duros, como el de operario de MRW en el turno de noche. Así podía ayudar a sus hijos en Nigeria. Ellos estaban allí estudiando y Willy quería que no les faltase de nada. Entre tanto, el fútbol continuó copando momentos: entrenó a los porteros del Coslada y soñaba con abrir una escuela de fútbol en Nigeria. Maldita vida. 

 

Poco después el cáncer también le golpeó. Sabía que se reuniría con su esposa y, como última voluntad, quería despedirse de sus hijos. El Rayo Vallecano y Doña Carmen Martínez (la anciana desahuciada de Vallecas que donó parte de lo recaudado de su deuda a Wilfred) pagaron los pasajes para que los hijos viajasen a Madrid. Los valores de Vallecas, siempre solidaria. Sin embargo, estos no llegaron a tiempo para ver a su padre con vida por problemas burocráticos (hasta ahí llegó la muerte suerte del pobre Willy). Wilfred falleció el 27 de enero de 2015 en el Hospital Príncipe de Asturias de Alcalá de Henares. Paco Jémez, antiguo compañero de Wilfred y en ese momento entrenador del Rayo, le dedicó estas palabras: "Wilfred no debió de haberse muerto nunca, hay personas que deberían de estar toda la vida con nosotros. La vida ha sido injusta con él. Siempre quedará en el recuerdo de lo que ha sido para nosotros". Como homenaje, el Rayo puso su nombre a la puerta 1 del Estadio de Vallecas; asimismo, Wilfred también da nombre a un polideportivo de Vallecas. El legado de Willy es tan eterno como su memoria

 

 

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