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El milagro de Santiago

El ascenso de la SD Compostela a Primera División en la 1993/94

 

Pasó de Tercera a Primera División en tan sólo cinco temporadas, lo que vendría a ser un milagro propio del Apóstol Santiago. El dúo formado por José María Caneda y Fernando Castro Santos, presidente y entrenador, protagonizó los tres ascensos de la SD Compostela. "Caneda me habló de un proyecto para sacar al equipo de Tercera y asentarlo en Segunda B. Ni soñando podía pensar que estaríamos en la máxima categoría del fútbol español" declaró Castro Santos haciendo hincapié a lo que significó aquella gesta de la 1993/94. La escuadra de Fabiano, Ohen y Tato Abadía subió en la Promoción tras superar 1-3 al Rayo Vallecano en el tercer partido de desempate jugado en Oviedo y se citó con el Deportivo de La Coruña y Celta de Vigo en Primera (la década prodigiosa del fútbol gallego). La esedé estaría cuatro campañas consecutivas en la división de oro (1994-1998), rubricando su particular Xacobeo. 

 

El descenso a Tercera de 1986 dejó al club al borde de la desaparición. Pero todo cambió en 1988 a raíz de la llegada de Caneda. Con 125 millones de déficit, Caneda puso una condición para acceder a la presidencia: él se haría cargo de las deudas con Hacienda y los jugadores, y el resto debería ser afrontado por los antiguos directivos ante los bancos. Lo primero que hizo el nuevo mandatario fue fichar a Arsenio Iglesias. Sin embargo, O Bruxo de Arteixo solo dirigió al equipo tres meses. El Deportivo le llamó para sentarse en su banquillo por enésima vez y el Compostela cobró 5 millones de pesetas por su traspaso. Arsenio se marchó y Caneda puso a Castro Santos. "El equipo apenas tenía medios. Utilizábamos piedras como balones medicinales y palos como vallas. Había que ducharse en agua fría y entrenar en un campo de tierra muchas veces. Hoy sería imposible trabajar así. Pero después de seis años de éxitos no se puede hablar de suerte. Es muy difícil repetir todo aquello" dijo el técnico pontevedrés en una entrevista a la Voz de Galicia. El ascenso a Segunda B en la 1989/90, a Segunda en la 1990/91 y a Primera en la 1993/94. ¿Milagro? Trabajo según Caneda: "El único milagro es el trabajo y la continuidad de un grupo en el que se integran jugadores, técnicos y directivos. Esto, unido a una afición que va en aumento, explica el fenómeno Compostela"

 

Rozó el ascenso directo

 

Nunca antes había estado en la categoría de plata. Las dos primeras temporadas fueron de consolidación mientras se construía el bloque del ascenso. Llegados a la 1993/94 ya estaban Fabiano, Ohen, Bellido y Nacho –leyendas del club que vivieron los cuatro años en Primera– junto a veteranos como Tato Abadía, Pichi Lucas, Tocornal y Moure. Este equipo no entraba en ninguna quiniela de ascenso. Sin embargo, siempre hay tapados y ese fue un Compostela al que se le quedó pequeño el objetivo de la permanencia, ya que todo el curso estuvo arriba. Ascendió en la Promoción como bien pudo hacerlo antes mediante el ascenso directo (líder durante nueve jornadas de la primera vuelta y no bajó del segundo puesto desde la jornada 18 a la 32). El Espanyol y el Betis le desbancaron del ascenso directo y el Compos quedó tercero con 49 puntos (21 victorias, 7 empates y 10 derrotas en 38 jornadas). Cimentó su temporadón en el fortín de San Lázaro, donde solo cedió una derrota y cuatro empates. El resto, catorce victorias. Esa misma campaña, por cierto, se instaló en San Lázaro. El cambio de casa no pudo sentarle mejor. Jugar en un estadio de mayores dimensiones favoreció el juego de transiciones rápidas que quería Castro Santos: "Jugamos al contragolpe. Es nuestra mejor arma y debemos aprovecharla". 

 

Castro Santos montó un dispositivo equilibrado defensa-ataque, con hombres clave en todas las líneas. El portero Iru, procedente del Bilbao Athletic, fue el único que lo jugó todo en la Liga. Cea era el jefe de la defensa, pero tras su marcha Bellido asumió los galones; el central vasco marcó tantos goles como Fabiano, seis, uno de ellos una preciosa volea al Betis en el Benito Villamarín. Tocornal, que jugó bastante como medio defensivo, consiguió su cuarto ascenso a Primera. Fabiano era el buque insignia, bailó samba a ritmo de gaitas y manejó el equipo con su calidad superior; solo una lesión la mantuvo fuera un tiempo, aunque sus compañeros respondieron demostrando cohesión colectiva en su ausencia. Abadía salió del Logroñés y rechazó ofertas del Valladolid y Cádiz para recalar en la esedé; Tato marcó un golazo de falta al Atlético Marbella que lo hubiese firmado Koeman. Nacho no jugó hasta el final de la primera vuelta por una lesión; se dijo que lo tenía hecho con el Espanyol, pero él siempre fue fiel a Galicia. Ohen, máximo realizador blanquiazul, fue sacado a hombros del Carlos Tartiere: tres goles al Rayo en la Promoción, dos de ellos en el que partido que puso al Compos en Primera. Tan importantes como las dianas del nigeriano fueron las de Moure y Pichi Lucas, los otros artilleros; ambos tiraron del carro cuando el equipo estuvo cuatro jornadas sin ganar en la recta final. Moure también vivió los tres ascensos como Caneda y Castro Santos. Por su parte, en mayor o menor medida, también aportaron su granito de arena Goyo, Toni, Modesto López, Modesto Martínez, Víctor, Bodelón, Skočić, Docobo, Óscar Arias y Lalo. Héroes de un ascenso.

 

Gloriosa Promoción ante el Rayo

 

Santiago acogió la Promoción como una fiesta. Hace nada que se deambulaba por Tercera y la capital gallega, que jamás había vivido un acontecimiento igual, empujó a la escuadra blanquiazul hacia las torres más altas, cual Obradoiro. El Rayo Vallecano tenía a Hugo Sánchez, Urzaiz, Onésimo, Míchel, Cota, Pablo Gómez, Wilfred y el gallego David Vidal como técnico. Los de la franja partían como favoritos, sin embargo, el entusiasmo compostelano se impuso en una reñida lucha que necesitó de tres asaltos para decidirse, empezando por Vallecas. El Compostela jugó sin complejos en casa de un Primera División y arañó un valioso 1-1. Ohen dio primero y Urzaiz igualó. Además, Iru paró un penalti a Hugo Sánchez, Skočić mandó una falta al poste y Ansuategui Roca anuló un gol a Onésimo. Con el combate nulo, la consigna para la vuelta estaba clarísima: si se ganaba a Primera. San Lázaro se llenó en su primer encuentro grande. Los de casa dispusieron de las mejores oportunidades, pero se registró otro empate. 0-0. Hubo dos expulsados por bando, Onésimo y Nacho. Ambos causaron baja por sanción para el tercer partido. El desempate del Carlos Tartiere.

 

Lo de Oviedo desembocó en un desplazamiento masivo. La marea blanquiazul inundó la capital de Asturias. Castro Santos, supersticioso, se puso la misma americana que llevó hace tres años en el ascenso a Segunda ante el Badajoz. Entonces dio suerte. Y el 10 de junio de 1994 también. El Compostela, superior, ganó 1-3 al Rayo Vallecano y subió a Primera División. La epopeya chocó con el drama del Rayito de caer al pozo de Segunda. El combinado franjirrojo lamentó la actuación de Díaz Vega, sobre todo por un penalti no señalado sobre Urzaiz al inicio. Después llegó el show de Ohen con un doblete, el gol de Višnjić que redujo diferencias, la expulsión de Hugo Sánchez (Promoción horrible para el mexicano) y la sentencia de José. El vestuario de la esedé estalló, consciente de haber hecho algo único. Tres ascensos en cinco años, siendo este el más simbólico tal y como reconoció Moure, el jugador santiagués de los tres ascensos: "Ni el más optimista podía pensar que un equipo que se debatía en la zona media de Tercera podía estar en la máxima categoría. En aquel tiempo pensábamos buscar un puesto en Segunda B y, si la suerte acompañaba, intentar dar el salto a Segunda. Pensar en superar esa barrera parecía un milagro. Aunque todos los ascensos son bonitos, este, por todo lo que ha significado, hay que enmarcarlo en letras de oro en la historia del club". Esa misma campaña, el Deportivo quedó subcampeón de Liga y el Celta subcampeón de la Copa del Rey. Sí celebró, contra todo pronóstico, el Compostela. El milagro de Santiago.

 

 

 

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