Que el portero realizase el servicio militar en Jaca propició que el Deportivo le cediese al Huesca en la 1978/79
Entre octubre de 1978 y marzo de 1979, Paco Buyo jugó en la SD Huesca cedido por el Deportivo, coincidiendo con el servicio militar del portero gallego en Jaca. Los jóvenes españoles entonces se veían obligados a interrumpir sus carreras para realizar la mili, algunos fuera de sus comunidades autónomas. Esto, lejos de ser un obstáculo, benefició a Buyo y al Huesca. Por un lado, el meta, ante la posibilidad de quedarse un año en blanco, continuó desarrollándose. Por otro lado, el conjunto oscense, de cara a su segunda campaña en la recién creada Segunda B, contó con un refuerzo excepcional, un internacional de la España Sub-21. El de Betanzos es recordado como uno de los mejores cancerberos que han defendido el arco azulgrana, pese a no poder estar esa 1978/79 entera (regresó en el último tercio a un Dépor en apuros, ayudándolo a sellar la permanencia en Segunda). El Alcoraz quedó rendido a la agilidad, los reflejos y las salidas de Buyo y, mientras este era cada jornada el número uno de los de Juan María Lasa, la afición local comprobó como su portero fue vinculado unas veces al FC Barcelona, otras al Real Madrid e incluso también al Cosmos neoyorquino. Huesca disfrutó del joven Buyo antes de que la leyenda diese rienda suelta a 542 partidos en Primera, repartidos entre el Sevilla y el Real Madrid. La mili oscense de Buyo.
Empezó la mili en Zaragoza, Campamento de San Gregorio. Luego pasó a Jaca, Regimiento de Artillería. El caso es que pudo ser del Real Zaragoza antes que de la SD Huesca, tal y como Buyo reconoció a Don Balón: "El Zaragoza tuvo conocimiento de mi estancia en San Gregorio y pretendió que jugara en su equipo. Hubiera sido necesario que me quedara en Zaragoza en lugar de ir a Huesca. Hubo conversaciones, pero se rompieron porque no hubo acuerdo. El Deportivo quería traspasarme por 30 millones de pesetas, cifra demasiado elevada para el Zaragoza. Como el traspaso no podía realizarse, pretendió contar con una opción y tampoco se solucionó nada. El principal perjudicado fue yo porque no es lo mismo jugar en Segunda B que en Primera. Ahora estoy cedido en el Huesca. Solo me paga las primas. El Coruña me abona el sueldo y el contrato". La joya se le escapó al Zaragoza, situación aprovechada por su vecino. El presidente oscense Joaquín Sarvisé llamó a su homólogo coruñés y todo fueron facilidades. Aquel era un Huesca modesto, inmerso en dificultades económicas, que sorprendió al hacerse con una de las mejores promesas nacionales. A Buyo, por supuesto, le seducía la Primera División, aún inexplorada para él. Sin embargo, rondando los 20 años, necesitaba vestirse de corto cada domingo aunque fuese en Segunda B y evitar, ante todo, un año inactivo. Se mantuvo en forma en el cuartel, había pasado ya el primer mes de competición y llegó dispuesto a comerse la hierba. Misma ilusión que si hubiese fichado por un grande. Joven valor asiduo de las inferiores de España. Disputó la Copa del Mundo Juvenil 1977 (portero más destacado del torneo) y cuando se enroló en las filas azulgranas formó parte de la Sub-21. Cuatro días antes de debutar con el conjunto aragonés, José Emilio Santamaría le alineó ante Yugoslavia en el José Zorrilla (0-1) y repitió contra Francia en Montilivi (1-1), aquí ya como flamante internacional del Huesca.
Un internacional Sub-21 para el Huesca, seguro de vida para Segunda B
El Gato de Betanzos no fue la única adquisición de renombre de aquel Huesca 1978/79. Durante el mercado invernal se consumó el regreso de Enrique Porta. La leyenda, en su primera etapa, marcó 34 goles en la 1967/68 estando en Tercera y se ganó el traspaso al Granada, un Primera. Las 350.000 pesetas de su pase sufragaron parte de la construcción del nuevo estadio propiedad del club inaugurado en 1972: El Alcoraz. Con el Granada, Porta logró el Pichichi en la 1971/72, primer Pichichi aragonés y único Pichichi nazarí. Después del Granada recaló en el Zaragoza, Terrassa y volvió al Huesca, donde jugó sus últimos partidos a los 34 años. Como llegó en enero y Buyo estuvo hasta marzo, ambos coincidieron varios meses. Los 6 goles anotados por Porta, 4 tras la baja de Buyo, rentabilizaron la tranquilidad deportiva frente a la intranquilidad económica. El Huesca, en la campaña anterior, alcanzó la duodécima plaza y no quedó más arriba porque se despeñó al final. Sin embargo, para la 1978/79 causaron baja ocho titulares, entre ellos Agustín Lasaosa y José Antonio Palacino. La desbandada de las fichas altas. También salió el técnico Luis Costa, suplido por Juan María Lasa. Pese a las trabas financieras, el cuadro aragonés se rehizo tirando de la casa y repitió en la zona tranquila. Compitiendo contra ilustres como el Real Oviedo, CD Tenerife y CD Logroñés, entre otros, quedó decimotercero del Grupo I de Segunda B gracias al enorme desempeño de Buyo, Porta, Antonio Val, Chirri, Ricardo César, Enrique Bárcena, sin olvidarse de los dos buques insignia. Luis Ausaberri y Pedro Ibaibarriaga, defensas con los que Buyo vivió tranquilo y a partir de los que se explica el progreso oscense a lo largo de la década. Ambos formaron parte del brillante Huesca 1973/74. Ese ejercicio el Huesca militó en Regional, regresó a Tercera y ganó el Campeonato de España de Aficionados. Título nacional levantado por Ausaberri. El capitán e Ibaibarriaga luego auparon a los azulgranas a Segunda B, categoría en la que se permaneció siete campañas seguidas (1977/78-1983/84) y no se volvió a la misma hasta los noventa. Sin reblar.
Recital copero de Buyo ante el Zaragoza
"Estoy viviendo una experiencia interesante en el Huesca. Se trata de un equipo modesto en el que predomina la lucha y el sacrificio. En el fútbol, sea donde sea, siempre se aprende algo" declaró Buyo mientras hacía su mili a las órdenes de Juan María Lasa. Desde su estreno frente al Bilbao Athletic (1-1) a su último choque ante el Lugo (0-0), disputó 22 partidos de Liga y 3 de la Copa del Rey. Encajó 21 goles en esos 25 encuentros, mientras que Vicente Jover, el otro arquero oscense, recibió 27 en 17 duelos. El Gato de Betanzos entró rápido a los ojos a raíz de sus vuelos palomiteros y alimentó los elogios que recibió tirando de regularidad. Sus paradas decisivas facilitaron un puñado de triunfos tan importantes como estos: Lugo (1-0), Pontevedra (1-2), Oviedo (1-0), Real Unión (1-2), Mirandés (3-0)... Pero si hay una actuación recordada con el Huesca esa es la del derbi ante el Zaragoza de la segunda ronda de la Copa. Buyo, inconmensurable, lo paró todo en La Romareda excepto el gol de Pérez Aguerri, el empate después del tanto inicial de Francisco Javier Arquillo. El Huesca se trajo un valioso 1-1. La afición altoaragonesa se volcó para la vuelta y El Alcoraz registró entonces su mejor recaudación. 3 millones de pesetas. La correosa escuadra de Segunda B volvió a plantar cara y mereció mejor suerte en un duelo que perdió por la mínima (0-1), merced a un dudoso penalti transformado por Radomir Antić, entrenador de Buyo en el Real Madrid a posteriori. Siguió adelante el Zaragoza de Vujadin Boškov, que fijó sus ojos de nuevo en el portero que le puso difícil la eliminatoria. Tan inspirado estuvo Buyo que el cuerpo técnico blanquillo se arrepintió de su no fichaje y el Zaragoza realizó un segundo intento por hacerse con sus servicios. Sin éxito de nuevo. Ese curso, el internacional Sub-21 solo dejó el Huesca por el club de su propiedad. En la jornada 27, el Deportivo estaba al borde del descenso y el mítico Luis Suárez Miramontes, entrenador herculino, reclamó la vuelta del meta. Buyo jugó 9 de los 10 partidos restantes, lo que repercutió en una mejora de resultados y el Dépor continuó en Segunda. Buyo solo se perdió el último partido, derrota ante el Málaga en La Rosaleda (3-0), estando los blanquiazules ya salvados matemáticamente. Luis Suárez, sin peligro de descenso, le evitó un último largo viaje desde el cuartel de Jaca. Buyo rememoró estos capítulos en el librillo de As, 'Buyo, 500 partidos': "Luis Suárez me pidió que hiciera lo imposible por defender la portería del equipo. Cada fin de semana acudí a las distintas citas, ya fuera por tierra, mar o aire. Me hice más kilómetros que el Tenerife. Suárez hasta me dejaba las llaves de su casa para que fuera a descansar. Pero al final el Deportivo se salvó".
Pretendido por Real Madrid, Barcelona y Cosmos
El histórico Deportivo de La Coruña atravesó dos décadas negras en las que se ausentó de Primera División. Descendió a Segunda en la 1972/73 y hasta la 1991/92 no volvió a pisar la máxima categoría. Esta travesía en el desierto afectó a valores tan prometedores como Buyo. Tras iniciarse en el Ural, Betanzos y Mallorca, recaló en el Deportivo y, estando los coruñeses anclados en Segunda, resultó un caramelo de lo más apetecible para los equipos punteros. Hasta ese momento, el que más cerca estuvo de hacerse con sus servicios fue el equipo de la ribera del Manzanares: "El Atlético es el equipo que he estado más cerca. Era la víspera del viaje a Túnez, donde disputé el Mundial de Juveniles 1977. Solo faltó estampar la firma, pero se estropeó todo. Habrá que esperar otra oportunidad". Los ojeadores le siguieron en El Alcoraz y demás campos de Segunda B. Le quiso el Cosmos, el celebre club donde se retiró Pelé: "Tengo un amigo en Nueva York. Hace algún tiempo que hablamos de este asunto. El Huesca me ha asegurado que el Cosmos le ha solicitado un informe sobre mí. Personalmente, no tengo noticia alguna que confirme el interés del Cosmos por mí. De todos modos, no creo que vaya allí. Prefiero quedarme en España, donde tengo la posibilidad de fichar por un equipo". Las noticias sobre una posible vinculación con el Barcelona o Real Madrid eran una constante, algo sobre lo que se pronunció tajantemente el portero cedido en el Huesca: "La próxima temporada no jugaré en el Deportivo. Es posible que pase al Real Madrid o Barcelona". Los de la capital de España tenían a Miguel Ángel y García Remón; los blaugranas a Artola y Mora. Muy buenos, aunque rondaban la treintena o casi y sus clubes buscaban rejuvencer su meta con un valor al alza. Al Madrid acababa de llegar el gerente Fernández Trigo, que venía de desempeñar esta misma función en el Deportivo. Fernández Trigo, hombre de la máxima confianza de Buyo, guio al portero estando en la entidad herculina y volvieron a cruzar sus destinos en la casa blanca, pero eso sería más adelante. El Gato de Betanzos siguió como deportivista una campaña más. Para la 1980/81, sin embargo, dijo adiós. Ni Madrid, Barça, Atleti y Valencia. Buyo escogió al Sevilla. Durante la concentración de la selección olímpica previa a las Olimpiadas de Moscú 1980 labró su propio fichaje. Expresó su deseo a Eugenio Montes Cabeza, además de presidente del Sevilla, delegado de las inferiores de la Selección. Pocos días después, el mandatario sevillano anunció el acuerdo con el Dépor. Jugó seis temporadas en Nervión y después accedió al Real Madrid en la 1986/87, donde militó once campañas cerrando su carrera en la 1996/97 con 39 años. Como madridista logró dos Trofeos Zamora y consiguió todos sus títulos: 6 Ligas, 2 Copas del Rey, 4 Supercopas y 1 Copa Iberoamericana. Uno de los grandes porteros de la historia merengue. Por otro lado, Buyo también fue siete veces internacional absoluto, debutando en el inolvidable 12-1 a Malta. Recuerdos de Paco Buyo. Recuerdos de una mili setentera en el Huesca. Trampolín a una longeva y reconocida carrera.
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