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Cuando el Sporting ganó el Carranza

Superó al Athletic de Clemente en la final y al Barça de Venables en las semis

 

El Sporting de Gijón se proclamó, contra todo pronóstico, campeón del Trofeo Ramón de Carranza en 1984. Y lo logró a lo grande, subiéndose a las barbas de los dominadores estatales. Ganó en la final al Athletic de Javier Clemente, campeón de las dos últimas Ligas y de la Copa del Rey, y en las semifinales al Barcelona de Terry Venables, futuro campeón de la Liga y subcampeón de la Copa de Europa. Aunque el Carranza no cuente como título, el Sporting tocó metal y saboreó el éxito que casi logró en los años anteriores, cuando fue subcampeón de la Liga (1979) y de la Copa (1981 y 1982). Proeza rojiblanca en tierras gaditanas. 

 

El Ramón de Carranza, en su 30ª edición, contó únicamente con clubes de la liga española. Era la tercera vez que esto sucedía desde 1957, cuando el torneo tuvo por primera vez a cuatro equipos. El anfitrión Cádiz se midió al Athletic en una semifinal, mientras que el Sporting y el Barcelona lo hicieron en la otra. Vascos y catalanes partían como favoritos, cuatro meses después de la batalla del Bernabéu. El Athletic de Clemente ganó la Copa del Rey al Barça de Menotti en una final marcada por la monumental tangana en torno a Maradona. Ahora, con El Diego en Nápoles, ambos podían volver a enfrentarse por primera vez después de aquello. El presidente Manuel Irigoyen, sin embargo, soñaba con una final entre su Cádiz y el Barcelona que, al fin y al cabo, era quien más dinero ingresaba de los invitados (20 millones). El submarino amarillo había descendido a Segunda, pero con Mágico González on fire todo era posible. ¿Y el Sporting qué? En principio partía fuera de las quinielas. Quedó decimotercero en la pasada Liga –de dieciocho equipos– y participó en el Carranza como consecuencia del traspaso del portero Claudio Silva al Cádiz. 

 

 

Pero el conjunto gijonés no fue ningún convidado de piedra, sino un glorioso campeón. Consumó la hazaña de llevarse el trofeo cuando nadie lo esperaba, cortándole la cabeza a los dos gigantes. Cayó el Barcelona de Terry Venables y tampoco se resistió el Athletic de Javier Clemente. Todo ello anticipó la posterior gran temporada: el cuarto puesto y la clasificación para la Copa de la UEFA. El Sporting, con una amplia nómina de canteranos, vivió su era dorada durante esta época bajo la fórmula de veteranos-yogurines. Joaquín, Cundi, Mesa y Jiménez aún tenían cuerda para rato. Maceda estaba consolidado como uno de los mejores centrales de España y el argentino Enzo Ferrero, el extranjero con más partidos en el Sporting, no pudo participar en el Carranza. Todos estos veteranos servían como guía para los jóvenes que despuntaban. En este sentido, a las apariciones de Eloy y Zurdi se unieron las de Ablanedo II y Mino. El portero y el defensa, recién llegados del filial al once titular, fueron las revelaciones del Carranza y de la temporada 1984/85. Dos apuestas del entrenador José Manuel Díaz Novoa, quién ya los dirigió en el Sporting Atlético, conocedor del brillante porvenir de ambos, en especial el portero. Además de Mino y Ablanedo, cabe destacar otros movimientos relevantes: Tocornal volvió de su cesión al Palencia, se fichó a Bernardo del Real Madrid y regresó El Brujo Quini, con la temporada empezada, para poner la guinda a una de las mejores plantillas rojiblancas.

 

Mesa sentenció al Barcelona de Venables

 

El rival del Sporting en las semifinales traspasó a Maradona al Nápoles y estrechó sus miras en el Reino Unido para conformar el nuevo proyecto. Terry Venables reemplazó a Menotti, Steve Archibald reforzó la delantera quedando descartado Hugo Sánchez– y Ramón Calderé subió del filial. Entre tanto, la cúpula dirigente peleaba con el Zaragoza por traerse al central Salva García del conjunto maño. El British Barça avisó en la pretemporada de que iba en serio. Justo antes del Carranza aplicó el rodillo en el Joan Gamper: 3-1 al Bayern de Múnich y un tremendo 9-1 a Boca Juniors. 

 

Se daba por sentado que también arrasaría en Cádiz y es por eso que la victoria del Sporting pilló por sorpresa, aunque no fue, ni por asomo, fruto del azar. La escuadra sportinguista pasó a la final porque fue superior al Barça, al que ganó 1-0 con un gol de Manolo MesaQue conste que Venables se lo tomó como el ensayo definitivo para el inminente debut liguero ante el Real Madrid. Excepto Alexanko por Fradera, el inglés alineó a diez de los once titulares que ganaron 0-3 en el Bernabéu (resultado que dio más merito si cabe a los asturianos). Jugaron Urruti; Tente Sánchez, Migueli, Fradera, Julio Alberto; Víctor Muñoz, Schuster, Calderé; Rojo, Archibald y Lobo Carrasco. Por parte del Sporting, Novoa salió con Ablanedo; Esteban, Maceda, Mino, Pereda; Jiménez, Joaquín, David, Mesa; Eloy y Nacho. El técnico rojiblanco ganó la batalla táctica a Venables con una receta sencilla. Orden a la hora de replegarse y verticalidad para salir, con Joaquín ganando la medular a Schuster como punto culminante. Así se dejó en la cuneta al futuro campeón de Liga y subcampeón de Europa.

 

El cabezazo de Tocornal al Athletic y el Sporting campeón

 

Aquellos que querían otra final Athletic-Barcelona se quedaron con las ganas. El Sporting doblegó a los culers y, ojo, porque el Cádiz de Mágico tuvo contra las cuerdas a Los Leones. Cádiz y Athletic empataron a cero, pasando los de Clemente en los penaltis. Lo cerca que estuvo el Cádiz-Sporting en vez del Athletic-Sporting. Después, un gran Cádiz ganó 3-1 al Barcelona en la final de consolación; los de Benito Joanet quedaron terceros y los azulgranas, decepcionantes, cuartos. El magnífico papel del anfitrión presagió algo grande: el submarino amarillo volvió a Primera División y lo hizo más fuerte que nunca, ya que permaneció en la máxima categoría hasta 1993 (el periodo más prolongado del club en la elite). 

 

Sporting y Athletic jugaron la final para toda España (retransmisión en directo de TVE) en un Estadio Ramón de Carranza abarrotado. Clemente, que contaba con las bajas de Dani, Argote y Bolaños, formó con Zubizarreta; Núñez, Andrinua, Liceranzu, De la Fuente; Azpiazu, Murúa, Elguezábal; Manu Sarabia, Sola y Arrien. El Sporting solo presentó un cambio, Redondo por Esteban, respecto al once que ganó a los de Venables. Novoa alineó a Ablanedo; Redondo, Maceda, Mino, Pereda; Jiménez, Joaquín, David, Mesa; Eloy y Nacho. Y los héroes sportinguistas reescribieron el guion. Esta vez ante el campeón de Liga y de Copa, el Athletic de Clemente. 1-0 de nuevo, mismo resultadoPartido sin florituras, tosco, decidido por un defensa. Tocornal dio el Carranza al Sporting con un precioso remate de cabeza, cuatro minutos después de salir al campo en sustitución de David. El Athletic, en todo momento, chocó contra un muro. La pareja de centrales Maceda-Mino, inexpugnables por arriba, no cedió ni con la entrada del prometedor Julio Salinas en la recta final. El Gatu Ablanedo, del que se decía que podía ser el nuevo Castro, dejó de nuevo su puerta a cero, aspecto crucial para salir como triunfadores. La plantilla inmortalizó la noche histórica posando con el pesado trofeo cadista –mide metro y medio y pesa 12 kilos–, el cual luce en la sala de trofeos del club. 

 

La jugarreta de Manuel Irigoyen con el Sporting

Las tradiciones están para ser respetadas, es lo que mandan los códigos honoríficos. Sin embargo, el presidente del Cádiz se lo saltó con el Sporting. El conjunto asturiano solo participó en una ocasión en los casi 70 años de historia del torneo. Y ganó, claro está. El vencedor entonces era invitado a la próxima edición del Ramón de Carranza. Pero Manuel Irigoyen rehusó contar con el Sporting para 1985. Invitó al Sevilla y a dos clubes extranjeros, Grêmio de Porto Alegre y Sarajevo. El Cádiz, recién ascendido a Primera, superó al Grêmio en la final y el Carranza se quedó en casa, sin poder defenderlo el Sporting como campeón de 1984.  

 

 

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